Relato de
un viaje: Viaje a la antigua Roma
Mi hijo Javier y yo nos despertamos en una celda mugrienta,
llena de polvo y de armas romanas. Un poco aturdidos por el viaje en el tiempo.
-¿Dónde estamos papá? – preguntó mi hijo.
-Estamos en el Coliseo romano – le expliqué yo
Era la época antigua. Mi hijo Javier se asomó a las rejas que nos
separaban de las arenas del Coliseo:
-Ven a ver esto, papá – me dijo Javier.
Cuando me asomé vi aquel lugar tan amplio, lleno de gradas,
construidas totalmente por piedra mohosa y húmeda.
-¡Impresionante! – exclamó mi hijo sorprendido.
Ya fuera del coliseo romano, sobre las dos de la
tarde nos fuimos adentrando en el pueblo. Mi hijo se quejaba del hambre que le
había entrado de repente. De pronto vimos dos hombres vestidos con armaduras
que se acercaban hacia la gente.
-¡Romanos! – exclamaron varias personas a la vez.
A la paz que las personas gritaban “¡romanos!”,
ellos mismos se metían en sus casas a la espera de que pasaran los romanos.
Cada vez se acercaban más y más a nosotros. Javier y yo salimos corriendo de
aquella calle, los romanos parecía que nos seguían pero al doblar la esquina de
una calle bastante amplia los perdimos de vista.
Eran cerca de las tres de la tarde y aún no habíamos
comido nada. Entonces vimos una posada:
-Papá, mira una posada ¿podemos parar a comer? – me
preguntó Javier
Yo acepté, y los dos juntos entramos en la posada y
nos sentamos en la mesa.
Unas horas después, salimos de la posada llenísimos,
pero nada más salir nos encontramos a un juglar que recitaba una historia sobre
un tal Rómulo y un tal Remo, que al parecer eran los fundadores de Roma, y que
fueron amamantados por una loba. Cuando terminó, anunciÓ que a las siete de la
tarde tendría lugar en el coliseo una representación de la historia de Rómulo y
Remo.
-Papá ¿podemos verla? – preguntó Javier
-Vale, pero después nos iremos – le dije yo
FIN.
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